viernes, 16 de noviembre de 2012

La llegada del hielo.

Capítulo cuarto. La cocina.
Brysson, sobre la importancia de conservar alimentos.


"En verano de 1844, la Wenham Lake Company inauguró un local en el  Strand londinense  y empezó a exponer diariamente en el escaparate un bloque de hielo. Nadie en Inglaterra había visto jamás un bloque de hielo tan grande –y menos en verano y en el centro de Londres-, ni tan portentosamente cristalino y transparente. Se podía incluso leer un periódico a través de él: normalmente colocaban un ejemplar a través del bloque para que los transeúntes pudieran ver en persona aquel hecho asombroso. El escaparate se convirtió en una verdadera sensación y estaba lleno de mirones."
(…) Y más adelante:
"La idea de transportar hielo desde Nueva Inglaterra a puertos lejanos se consideró una completa locura, “el capricho de un cerebro transtornado”. El primer envío de hielo a Gran Bretaña dejó  tan perplejos a los funcionarios de aduanas en cuanto a su clasificación, que las trescientas toneladas de hielo se derritieron antes de llegar a poder descargarse en los muelles. Los armadores se mostraban muy reacios a aceptar el hielo como carga. No les fascinaba en absoluto la posible humillación de llegar a un puerto con las bodegas repletas de agua inútil, pero temían también el auténtico peligro que significaban toneladas de hielo en movimiento o el agua del deshielo desestabilizando sus navíos. Eran hombres, al fin y al cabo, cuyo instinto náutico se basaba en el concepto de que el agua tenía que estar fuera de la embarcación y por ello se mostraban tan reacios a correr un riesgo tan excéntrico cuando además ni siquiera había un mercado para el producto." En casa. Una breve historia de la vida privada.
                                                   Nummer acht by Guido van der Werve

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