Brysson, sobre la importancia de conservar alimentos.
"En verano de 1844, la Wenham Lake Company inauguró un local
en el Strand londinense y empezó a exponer diariamente en el
escaparate un bloque de hielo. Nadie en Inglaterra había visto jamás un bloque
de hielo tan grande –y menos en verano y en el centro de Londres-, ni tan
portentosamente cristalino y transparente. Se podía incluso leer un periódico a
través de él: normalmente colocaban un ejemplar a través del bloque para que
los transeúntes pudieran ver en persona aquel hecho asombroso. El escaparate se
convirtió en una verdadera sensación y estaba lleno de mirones."
(…) Y más adelante:
"La idea de transportar hielo desde Nueva Inglaterra a
puertos lejanos se consideró una completa locura, “el capricho de un cerebro
transtornado”. El primer envío de hielo a Gran Bretaña dejó tan perplejos a los funcionarios de aduanas
en cuanto a su clasificación, que las trescientas toneladas de hielo se
derritieron antes de llegar a poder descargarse en los muelles. Los armadores
se mostraban muy reacios a aceptar el hielo como carga. No les fascinaba en
absoluto la posible humillación de llegar a un puerto con las bodegas repletas de
agua inútil, pero temían también el auténtico peligro que significaban
toneladas de hielo en movimiento o el agua del deshielo desestabilizando sus navíos.
Eran hombres, al fin y al cabo, cuyo instinto náutico se basaba en el concepto de
que el agua tenía que estar fuera de la embarcación y por ello se mostraban tan
reacios a correr un riesgo tan excéntrico cuando además ni siquiera había un
mercado para el producto." En casa. Una breve historia de la vida privada.
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