sábado, 25 de febrero de 2012

Lectura obligatoria

Para aquellos que sepan italiano o francés, lo recomiendo muy mucho. Es fascinante el análisis de cómo la deuda genera nuevas subjetividades.
La fábrica del hombre endeudado
Maurizio Lazzarato
En Europa, como en otras regiones del mundo, la lucha de clases se despliega y se concentra hoy en torno a la deuda. La crisis de la deuda alcanza en la actualidad a los Estados Unidos y al mundo anglosajón, que no sólo son los países desde donde ha nacido la última debacle financiera sino también -y sobre todo- el sitio donde el propio neoliberalismo fue concebido.
La relación acreedor/deudor pasa a ser, por lo tanto, el foco de nuestra observación. En torno a ella se intensifican los mecanismos de explotación y dominio de manera transversal, sin que pueda hacerse diferencia entre trabajadores y desocupados, consumidores y productores, activos e inactivos, jubilados y beneficiarios de la renta mínima. Todos son deudores culpables y responsables frente al Capital, que se manifiesta como el gran Dios acreedor universal. Uno de los mayores mecanismos políticos del neoliberalismo, tal como lo desvela sin ambigüedad la “crisis” actual, es la propiedad, en el sentido de que la relación acreedor/deudor desvela una relación de fuerzas entre propietarios (del capital) y los no propietarios (del capital). La deuda pública tiene a toda la sociedad endeudada, lo cual exacerba las “desigualdades”, o lo que ha llegado el momento de llamar “diferencias de clase”.
Las ilusiones económicas y políticas de estos últimos cuarenta años caen una tras otra. La new economy, la sociedad de la información, la sociedad del conocimiento, se diluyen en la economía de la deuda. En estas democracias que han triunfado sobre el comunismo, muy poca gente (algunos funcionarios del FMI, de Europa y de la Banca Central Europea, así como algunos políticos) deciden por todos, según los intereses de una minoría. La inmensa mayoría de los europeos se encuentra triplemente despojada por la economía de la deuda: despojada del poder político (a todas luces débil); despojada de buena parte de la riqueza que las luchas pasadas habían arrancado a la acumulación capitalista; y despojada sobre todo del porvenir, es decir del tiempo, como decisión, como elección, como posible.
La sucesión de crisis financieras ha hecho emerger violentamente una figura subjetiva que estuvo presente con anterioridad pero que se extiende ahora al conjunto del espacio público: la figura del Hombre Endeudado. Aquellos logros individuales que el neoliberalismo había prometido (“todos accionistas, todos propietarios, todos emprendedores”) nos precipitan hacia la condición existencial de este hombre endeudado, responsable y culpable de su propia suerte.
Tras la crisis financiera que estalló con la burbuja de internet, el capitalismo abandonó los relatos épicos que tenían como protagonistas a “personajes conceptuales” como el emprendedor, los creativos, el trabajador independiente “orgulloso de ser su propio patrón”, quienes mientras perseguían sus intereses personales estaban trabajando por el bien de todos. La implicación, la movilización subjetiva, y el trabajo sobre sí mismo, preconizados por el management desde los años ochenta, se reconvirtieron en una suerte de ley que transfiere a estos mismos actores los costos y los riesgos de la catástrofe económica y financiera. La población debe encargarse de todo aquello que las empresas y el Estado de bienestar “externalizan” hacia la sociedad, empezando por la deuda.
Para las patronales, los medios, los hombres políticos y los expertos, las causas de la situación no deben buscarse en las políticas monetarias y fiscales adoptadas, que ocultan el déficit operando una transferencia masiva de riqueza hacia los más ricos y las corporaciones, ni en la sucesión de crisis financieras que habían virtualmente desaparecido en los Gloriosos Treinta y que se replican despojando ferozmente de grandes sumas de dinero a la población para evitar lo que ellos llaman una crisis “sistémica”. Para estos amnésicos, las verdaderas causas de las crisis a repetición residen en las exigencias excesivas de los gobernados (especialmente los del sur de Europa), que quieren vivir como la cigarra, y en la corrupción de las élites (que en realidad siempre han jugado este rol en la división internacional del trabajo y del dominio).
El bloque de poder neoliberal no puede ni quiere “regular los excesos” de las finanzas, porque su proyecto político optó siempre por el mismo tipo de decisiones que derivaron en la última crisis financiera. Chantajeando con el fantasma de la caída de las deudas soberanas, busca llevar al límite aquel programa suyo que data de los años setenta: reducir al mínimo nivel los salarios, cortar los servicios sociales, que el Estado Benefactor se ocupe de los nuevos “necesitados” (las empresas y los ricos) y privatizar absolutamente todo.
Por nuestra parte, nosotros carecemos de instrumentos teóricos, de conceptos y enunciados para analizar no sólo las finanzas sino también la economía de la deuda, que las comprende y las desborda, así como a su política de sometimiento. En este libro intentaremos desplegar la relación acreedor/deudor a la luz de El anti-Edipo de Deleuze y Guattari. Publicado en 1972, aquel libro anticipó teóricamente los desplazamientos que el capital operaría más adelante. Y hoy nos permite, a través de una lectura de La genealogía de la moral de Nietszche y de la teoría marxista de la moneda, reactivar dos hipótesis.
En primer lugar, la idea de que lo social no se constituye por el intercambio (económico y/o simbólico), sino por el crédito. En la base de la relación social no existe una paridad (de intercambio), sino que hay más bien una asimetría deuda/crédito, que precede histórica y teóricamente a la dinámica de la producción y al trabajo asalariado.
En segundo lugar, la hipótesis según la cual la deuda es una relación económica inseparable de la producción del sujeto deudor y de su moralidad. La economía de la deuda duplica al trabajo en el sentido clásico del término, impone un “trabajo sobre sí”, de modo tal que la economía y la ética funcionan conjuntamente. El concepto contemporáneo de “economía” encierra al mismo tiempo la producción económica y la producción de subjetividad. Las categorías clásicas de la secuencia revolucionaria de los siglos XIX y XX –el trabajo, lo social y lo político- resultan así atravesadas por la deuda, y ampliamente redefinidas por ella.
Es por lo tanto necesario aventurarse en territorio enemigo y analizar la economía de la deuda y de la producción del hombre endeudado, para intentar construir armas que nos sirvan para llevar adelante los combates que se anuncian. Ya que la crisis lejos de terminar podría expandirse.

Este texto es la Introducción al libro La fabrique de l’homme endetté, essai sur la condition néolibérale. Traducción: Mirta Fabre y Darío Bursztyn.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

el sistema ha fallado, no ha cumplido lo que prometía, le falló a la gente y sobre todo le falló a los estudiantes, todos esos esforzados jóvenes que terminando su carrera, tienen que falsear su curriculum, y ponerse a sí mismos como torpes y esforzados: parece que es la única forma de que les den trabajo. Sí el fallo del sistema ha sucedido, qué pasará a continuación?

Por la tangente dijo...

Lo siguiente? renunciar en bloque a pagar las deudas. Y ya veriáis cómo reacciona la clase financiera y política... pero la comida de tarro ya está hecha. Ahora percibir el paro, x ejemplo, es como pedir un crédito. Se nos examina la solvencia y nuestro disposición a hacer o no las cosas, exigiéndonos justificar nuestras decisiones, cursos de formación... Bueno, de hecho ya está sucediendo. Ahora nos toca sentirnos en deuda socialmente cuando siempre ha sido un derecho.
Y que conste que yo nunca he estado en paro, ni quiero.Y que mi formación es seguramente myu superior a los que nos gobiernan. Desde luego leo con más criterio.
No quepo de mi cabreo.
¿Y a los banqueros quien los examina? Los politicos tienen unas elecciones pero ya hemos visto como se pasan por el forro su propio programa. Es espectacular la tomadura de pelo. Espectacular.
Y del poder judicial ni hablo.

pandémica dijo...

Qué ganas de leerlo.

En el documental 'The Century of the Self' se explica el inicio de la deuda.
El sobrino de Freud y sus secuaces usaron la publicidad para llevar al consumo hacia el cambio: lo que hasta el momento había sido una necesidad pasaba a ser lo que le procuraba 'sentirse mejor' al trabajador. Así consiguieron ligar el trabajo, lo social y lo político bajo el mismo plano: adocenar a las masas.
¡Y los que todavía quedan lo cuentan tan tranquilos!
Y encima ahora tenemos que oír que sólo serán becados los buenos estudiantes.
¡Grrrrrrr!

Anónimo dijo...

después de haberle fallado a la gente, es decir, ahora, empiezan los deudores del apocalípsis a señalar que el sistema puede colapsar, y que en Grecia puede quebrar, y hoy han dicho en la TV que seremos parte del sol algún día porque su fuerza crecerá, además de eso hay una piedra espacial que se dirige a la tierra y aunque dicen que no pasará muy cerca, yo no me fío. Y está eso de la profecía Maya. Pero supongo que todos debemos seguir preocupados por la amenaza más real de que el PP no empiece a despedir funcionarios después de las elecciones andaluzas y asturianas.

Saludos sociales