domingo, 2 de enero de 2011

El libro del año: The Civil Contract of Photography.

Dado el aluvión de imágenes, son muchos los que creen que la fotografía ha perdido su capacidad de transmitir o denunciar la situación que representa.
Ariella Azoulay reacciona a este discurso con un concepto que es un statement político, lo que hace que su ensayo me resulte fascinante. De ahí que os meta esta chapa: Merece la pena.

Para ella, la fotografía es un contrato que se establece entre 3 actores (el que es fotografiado, el fotógrafo y el receptor), cuyo poder reside en que genera un intercambio difícilmente regulable, tanto política como económicamente. De ahí que, para muchos, la fotografía sea el único espacio en el que aún pueden expresar sus derechos y ejercerlos plenamente. De esto nos da numerosos ejemplos: la mayoría pertenecen a la ocupación Israelí y a mujeres que han sido violadas.

De hecho, su ciudadanía de la fotografía se construye entorno a estos dos ejes que como israelí y mujer, ella conoce bien.

Según Azoulay, la ocupación política es una situación compleja. No sólo se trata de una operación militar, también es una operación civil. En los territorios ocupados, los palestinos no pueden expresarse públicamente y su esfera privada es continuamente saboteada con cacheos, detenciones, registros... Se trata de una coerción en diferido, cuya violencia no es siempre fácil de identificar. En estos casos, el de los individuos que carecen de Estado, la fotografía juega un rol clave, al ser su único reducto de ciudadanía, ahí donde pueden dar cuenta de su abondono político. Cabe decir que en su archivo de la Ocupación, Azoulay solo nos muestra a gente al borde de la catástrofe. A veces, la catástrofe se perpetúa pero el estado natural de la Ocupación no es ése. Su estado natural está hecho de momentos supuestamente banales. Y es esa banalidad de cuentagotas, donde el ciudadano es contínuamente despojado de su condición, lo que mejor la define. Un comerciante enseña su candado roto, estudiantes regresan de la escuela pero caminan sospechosamente separados unos de otros, hombres haciendo cola frente a un camión, otros dispersándose porque lo manda un soldado. Y así: 40 años.



En cuanto al segundo caso que analiza, Azoulay se pregunta por qué existen tan pocas imágenes de mujeres violadas en Europa Occidental, ahí donde se supone que el Estado de derecho más ha madurado. De nuevo, ella liga esta falta de visibilidad al concepto de ciudadanía, cuya evolución analiza desde la Revolución Francesa, para dar cuenta del abandono legal y político que ha vivido la mujer. Este abandono es explícito en el tratamiento que se ha dado a la violación, enfocada históricamente como una cuestión moral y de ámbito privado. Como demuestra, a partir de los 70, la cosa cambia. La violación no es un asunto aislado sino un problema de alcance social lo que genera todo un nuevo discurso. Aún así es un discurso carente de imágenes. Por otro lado, la mujer ya es dueña de su cuerpo y puede decidir qué hacer con él. Con todo, sus acciones siguen articulándose en torno a una promesa, la del acto sexual. Una puede decidir si hacerlo o no, pero la promesa sigue ahí, dando cuenta de un desajuste que la fotografía ha contribuido a evidenciar, sobre todo cuando está ausente.

En ambos casos, Azoulay parece decir que lo mínimo que podemos hacer al respecto, es ser consciente de nuestro contrato y cuidarlo. Hacerlo incluso más fuerte. Esto pasa por entender que como todo contrato, la ciudadanía de la fotografía no sólo nos concede ciertos derechos, también nos genera responsabilidades. Si queremos contribuir a rehabilitar la dignidad de quienes la han perdido o no la han alcanzado del todo, debemos rendir cuentas ante lo que vemos. La imagen marca el inicio de un proceso que busca ser completado, porque es el espectador el que convierte lo que es fotografiado en un acontecimiento.

En resumen: Son 500 páginas. Su autora se reitera un poco porque al generar un concepto nuevo, necesita asentarlo, como asegurarse de él. También reincide en el SHE de una manera curiosa pero, en general, está MUY BIEN.

2 comentarios:

estonoes dijo...

Qué bonito dedicarle un post a un buen ladrillo! Gracias por el resumen A.

porlatangente dijo...

El resumen el resumen... Del de Weiss te vas a quedar sin porque menuda PIEDRA... Yo ese no me lo acabo. ¡A ver qué más me descubrís!