viernes, 1 de noviembre de 2013

III. El agua clara de la sandía mexicana frente al pato podrido del señor Malraux

"Me arrepiento de no haber entendido el significado de la arquitectura orgánica en los años de mi juventud. Posiblemente, de haber practicado las enseñanzas de Wright en vez del funcionalismo, habría dejado en mi patria una obra más importante. Y ahora veo que como arquitecto no he dejado nada porque la única obra de valor propiamente arquitectónico construida por mí, fue la casa de la Avenida San Jerónimo 162, destruida por su nueva propietaria."

Es posible que a Juan O'Gorman se le recuerde por aquello que él preferiría olvidar y no me refiero a los impresionantes mosaicos de la biblioteca de la UNAM sino a las dos casas situadas en la calle Altavista o al refugio al que se retiró aunque, según él, era feito pero cómodo "como unas viejas pantuflas". 
Por lo que leo de un libro gastado y rosa, O'Gorman fue uno de esos artistas comunistoides cuyo compromiso con el pueblo mexicano quedó registrado en los murales -siempre coloridos, siempre didácticos-  y cierta condescendencia hacia europeos tipo Malraux con quien, de hecho, tuvo un encontronazo.

Amelia Earthart.
Detalle de mural "La conquista del aire por el hombre"


Fue, sin embargo, uno de los primeros exponentes del funcionalismo, estilo del que acto seguido se divorció, pues para él representaba un gusto académico, elitista y anti regionalista, cuyo objetivo estético "es el aburrimiento total".
Solo salvó de la quema a Barragán y Goeritz que, aún siendo modernos, dieron a su arquitectura una dimensión escenográfica. Si con sus líneas serenas uno buscaba a Dios, el otro dio con el Demonio, llegó a escribir. (La cita no es exactamente así pero es como la recuerdo). Cansado de vivir en cajas de cristal, O'Gorman compró un terreno. Dinamitó un montículo de lava formando una cueva con dos brazos, con los escombros hizo las paredes y una torre. Un saliente de roca viva lo usó de techo para la sala y el comedor. Su gruta podría interpretarse como un bofetón al estudio-taller de Rivera que él mismo proyectó. Atención al contraste:

Primera casa funcional. San Ángel, 1929
Miedo, 1949
En cuanto a la biblioteca de la UNAM, pasó algo raro. Se diría una superposición de ambas imágenes. Si el edificio es un cubo muy en la línea del Estilo Internacional, su fachada no es de hormigón armado ni vidrio. La envuelve un rico mosaico hecho con miles de piedras autóctonas para el que necesitó 40 albañiles y un año. Pese a reconocer su importancia, O'Gorman hizo suya una crítica de aquella obra que decía que lo de la UNAM era como "una gringa vestida de chinga poblana." ¡Viva! Supe de esta frase después de haberlo visitado y debo decir que yo, en cambio, vi un enorme radiocassette. (Cada cual es hijo de su época) En cualquier caso, es muy bello por los colores y porque está plagado de detalles sobre el progreso y el conocimiento.

Biblioteca de la UNAM, 1950-1951
Por lo que sé del libro gastado y rosa, sus desencuentros con la arquitectura (por depender demasiado  de cuestiones económicas), lo llevaron a inclinarse más hacia la pintura. En una ocasión se retrató cinco veces en un sólo lienzo. Siempre disconforme, incluso consigo mismo, se aseguró su desenlace con un suicidio en tres partes.

1. Tomó cianuro
2. Se colgó de un árbol
3. Y se pegó un tiro.

Ni Max Aub.
Si vais o estáis en México os recomiendo que visitéis sus murales y edificios. Hay talento.



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