lunes, 1 de octubre de 2012

II. Del puerto a la manufactura

En uso
¡Más descubrimientos!  La High Line es una antigua línea de tren que antiguamente abastecía a los almacenes ubicados cerca del puerto. En ciertos puntos, sus vías se perdían por dentro de los edificios, atravesándolos, para reaparecer al otro extremo. Entre las mercancías que se distribuían había carne, leche y materias primas.












En desuso
... Y junto a las materias primas nació la manufactura. Una de las primeras industrias en desarrollarse fue la de la confección. La iniciaron inmigrantes judíos que trabajaban desde sus propias casas. Más tarde, los que hacían patrones, cosían y planchaban se reunieron en una sola planta cuadrada, mucho más grande y diáfana. Así nacieron los primeros lofts industriales. Contribuyó a su expansión, la llegada del ascensor y la luz fluorescente que iluminaba las plantas más allá de los 20/30 “pies”, haciéndolas ganar profundidad. En la década de los veinte, estos bloques ya se habían comido varias avenidas -exactamente de la quinta a la novena (Garment District) y algunos de los que empezaron agachándose para tomar medidas a una pierna, acabaron convirtiéndose en importantes agentes inmobiliarios. Sus negocios cambiaron para siempre la fisionomía de la ciudad.
Curiosamente, en el Museo de Nueva York comentan que existen muy pocas imágenes originales de estos edificios. Al nacer con un rol puramente funcional, rara vez se les dedicó atención en las revistas de arquitectura o diseño de la época. Sólo Berenice Abbott los retrató como parte de un trabajo más extenso (Changing New York). De hecho, si existe un registro es casi por accidente: al Departamento de Hacienda se le ocurrió fotografiar manzana a manzana la ciudad, como parte de su Tax Photo Collection.

Lofts numerados como registro de Hacienda

En 1911, uno de estos lofts se incendió. Para evitar robos, se bloquearon las puertas de salida lo que hizo que varios trabajadores acabaran tirándose por la ventana. Murieron 146 personas, muchas de ellas, mujeres. A raíz de esta tragedia surgió uno de los primeros sindicatos importantes, el International Ladies' Garment Workers' Union, que presionó para que se fijaran estándares de seguridad. Con la llegada de los autopistas, el negocio se desplazó a las afueras de la ciudad donde la influencia de los sindicatos era menor. De abastecer al 95% de la demanda americana, este distrito pasó a servir sólo a un 5%. Hoy existe una ONG que lucha por su preservación.
Y es que una de las cosas que me más me ha sorprendido de Nueva York son las campañas anti-/pro-cualquier cosa. Por muy individualistas que parezcan, a la que no están de acuerdo con algo, los yankees ya están recaudando fondos para elimanarlo o salvarlo. Si la High Line es hoy un paseo peatonal, es gracias a los vecinos de Chelsea. Ahora toca la Low Line. Lila y yo fuimos a la inauguración, que se hizo, también, para captar donaciones. Se trata de crear un jardín subterraneo bajo otra línea de metro abandonada, la que conecta con el puente de Williamsburg, instalando en el techo un sofisticado sistema que filtra la luz solar. La primera impresión fue algo asfixiante. A ver qué pasa...
 
Low Line. Antes
Después...

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