lunes, 3 de septiembre de 2012

Querido blog,
He cerrado el verano con el entierro de mi abuela que ya rondaba los cien años. Y pienso: vivir un siglo da para muchos huevos fritos. Nunca supe si nació adicta o fue a raíz de la guerra que empezó a comprarlos a docenas. Mi ignorancia respecto a este asunto, sin duda capital, prueba que nuestra  relación nunca fue muy estrecha, aunque ella en sus días buenos llegara a parecerse a Quentin Crisp. (Supongo que les pasa a muchas abuelas).
"Sólo los que aman saben decir tú”-solía decir. Lástima que no se desprendiera nunca de ese tono caritativo que hacía que a más de una nos apeteciera acabar debajo de un puente.

Desde que me despierto nadando y leo algún que otro ensayo, mi vida es otra pero no me he echado a perder del todo. En La zona de Dovlatov di con una representación teatral que me hizo reír lo suyo y he descubierto que bien podría irme de copas con Horace Warpole... aunque nos separen 262 años. X lo demás, he visto mucho cine malo, salvo una película modesta pero muy bien hecha: Whisky…-la cito pq es muy difícil reflejar lo anodino sin acabar resultándolo.

Whisky (2004)
 
Yo, en cambio, tiro x el camino fácil. Me voy tres semanas a Nueva York.  A ver qué cuentan.

2 comentarios:

Anaberrrrrrrrr dijo...

Descanse en paz Y se la recuerde largamente!
No será la famosa abuela Oliva?
Mi abuela Cecilia que llegó casi a los 100 cenaba cada noche un huevo frito con bien de aceite y bebía de un botijo que tenía fresquito cubierto con una tapa de puntilla bajo su mesa camilla... También tomaba una aspirina casi a diario creo...
Que abuelas!!
Feliz Nueva York!

yprh dijo...

Hola Tang. Vaya chica, lo siento mucho.