jueves, 12 de enero de 2012

Costumbrismo

El fin de semana pasado fuimos a Calella, Palafrugell y Cadaqués, en honor a Josep Pla.
Hacía un sol de verano. Pandémica y yo nos tumbamos frente al mar, a leer. Ella, Notas del Capvesprol -que es cuando Pla se extingue- y yo, El Quadern Gris, que empieza a sus veintiún años.
Pero a mi tercera página, apareció una viejecilla de aspecto saludable con un cubo lleno de erizos de mar. Se puso justo a nuestro lado, casi pegada. La cala no era grande pero sitio había... y para elegir.

La vieja tenía los ojos claros, pelo corto y piernas delgadas, muy morenas. De pronto, se quitó la ropa y se puso un delatantal con volantes, tan ridículo, que su presencia se me hizo más simpática. Acto seguido, se sentó en el suelo, con las piernas abiertas. Sacó pan y vino. Despejó el terreno con la mano. Fisgó en su mochila.
Dijo como quien piensa en voz alta: "Ara sí que la hem fet bona..." Registró de nuevo sus pertenencias. La mochila. La ropa. Suspiró. "La mare..." (que et va parir)- pensé yo. No me dejaba leer.
Al fin, se giró hacia nosotras:
- ¿Que no tendréis un cuchillo por casualidad? - Nos habló en castellano, con un acento viscoso.
- No- contestó Pandémica.
Y a nuestra espalda, apareció una segunda mujer. Tenía unos cuarenta y pocos.
- ¡Qué recuerdos! De cuando veníamos de camping...
- Necesito un cuchillo- dijo la vieja, ajena a la nostalgia.

La de mediana edad mandó a su marido de vuelta al coche. Como no tenían cuchillo, le ofrecieron un abrebotellas pero, entre trayecto y trayecto, la viejecilla ya se había salido con la suya. Abría sus erizos de mar con una piedra un poco afilada.

Y la del camping: "De estos, ya no quedan...", refiriéndose a su botín. "¿Cuántos hay?"
- Una docena- soltó la vieja, mientras chuperreteaba la cáscara de su tercer erizo. 
De pronto, la de mediana edad culpó a los franceses por no dejar ni un mejillón en la costa.
- Como en su país no pueden... Los cojen muy pequeños ¡y nos han dejado sin nada!
- Oh sí sí, ya lo puede decir- confirmó la vieja, agitando el brazo- Es una lástima.

Y de los mejillones pasamos a Figueres.
- Ya no es lo que era. Los moros... está lleno. Y no se adaptan.
Pandémica y yo las escuchamos porque no teníamos más remedio. Además, la de mediana edad no parecía mala persona. Más bien era hija de su circunstancia.
- No estáis de acuerdo conmigo ¿no? - nos preguntó.
La vieja volvió a picar la cáscarca de otro erizo, muy concentrada, como si lavara ropa en otro siglo.
- Bueno- dijo Pandémica- Figueres ha cambiado mucho. (O algo por estilo)
- Pues a mí los erizos me gustan con salsa- añadió la mediana edad. Quizás para cambiar de tema.
- Nada, nada. Sin salsa. Con pan y vino- soltó la vieja. Y se aplicó el ejemplo.
- Es que saben mucho... Demasiado.

Está claro que para la vieja, eso no era un problema. Lo que me hizo pensar que la de mediana edad debió venir de otro lugar, como los franceses y los moros, porque no es propio de la gente del Empordà hacer camping en la playa ni añadir salsa a lo que ya sabe mar.
Al cabo de un rato, ella y su marido se fueron.

La vieja, por supuesto, ni se molestó en interrumpir o desacelerar su banquete.
En un momento dado y quién sabe si por provocar, Pandémica le preguntó de dónde había sacado unos erizos con tan buen aspecto. La vieja tenía un dealer.
- ¿Así que es de aquí?
- Nací Portbou pero en el 36 me mudé a Cadaqués y me quedé.
La miramos como quien mira a una reliquia.
- ¿Recuerda a Dalí?
- ¡I ara!
- ¿Y qué sabe de Pla?
- Sembla que el vegi encara. Una vez le preguntamos: señor Pla, ¿y cómo es esto de envejecer?... Terrible, ¡un horror!

Pero a ella, se la veía estupenda, atiborrándose a erizos.
No nos ofreció ni medio, la muy antipática.
"Será esquerpa... Y yo que pensé que por vivir la guerra civil uno se volvía más generoso...", le solté a Pandémica.
En muchas ocasiones, Pla mencionó el viento. A saber si es por esto que la gente se vuelve ingobernable y rata... porque aquella mujer no cogía aquellas cáscaras, se agarraba a ellas, como si en cualquier momento se las fuera a quitar la tramuntana.
                 
                                                     


- ... ¿Y los pinchos?
- ¿¿¿Qué pinchos???

1 comentario:

Mora dijo...

Es verdad. No me adapto.