martes, 7 de diciembre de 2010

Dostoyevski y papillas

Hoy cumple años Carolina Valdés, actriz y madre de dos preciosos churumbeles, profesora a tiempo parcial de Harry Potter, exagerada y ama de casa cuando puede... Pero sobre todo, MI HERMANA.

Las dos compartimos una visión ERINBROCKOVICHESCA de la existencia. En su caso, esto significa Dostoyevski y papillas. En el mío, implica que hasta la cama se puede hacer de un modo épico. Vamos... que nuestro día a día ya nos da "pa comentar".
Es tan genuina y única que en cuanto hablo de ella ya siento que estoy violando su intimidad. Es como si la desnudara. Pero ¿qué puedo hacer? Me apetece describirla.

Su amor por mí es de taxímetro porque cuando estamos juntas, o cuenta el tiempo que nos queda o lo que tardaremos en volver a vernos. A veces, me estresa y eso que me gana en pecas. Desde que vive en Londres se le separan los dientes, pero no lo usa como excusa para volver "a casa". Ella vuelve por que sí, porque lo necesita. Compra cacharros para la cocina, si son de barro cocido o años cincuenta, casi mejor. También tiene una relación extraña con la tecnología. Me juego a que sus passwords no se alejan de "Chorizo a la sidra". Es que por su culpa hasta mi padre llama "carne de piquitos" al pollo empanado. Come lentamente. Es zurda. Trabaja tanto que me cuesta pensar que alguna vez fue princesa. De niña tuvo un diario. De adolescente, dos. Tocó el chelo, tradujo "Dawson Crece" y estudió ruso. Dice que lloró a moco tendido al pisar la Plaza Roja. Ha viajado por medio mundo. A veces nos reímos de Australia, otras de Tom Cruise, nuestra familia y toda la Guache Divine.

Cuando se pone nerviosa se come a sí misma. Empieza por el interior de la mejilla. Es el único caso en que yo siento que debo llamarle la atención. No querría que despareciera porque, después de todo, es la mujer más valiente que conozco y su sentido de la justicia me fascina. No pierde el tiempo en tonterías, como mucho las adorna. Eso sí, creo que nunca me perdonará que, por mi culpa, haya tenido que compartir más de un ascensor con Ralph Fiennes, vestida en chándal rojo, cual SKIN. Es lo que tiene ser actriz, palabra que ya escribía a los 4 años, antes de enderezar su letra y convertirse en lo que es hoy: LA CARO.


Mi hermana en el teatro Nacional de Dublín, como Katerina en Delirium, una genial adaptación de Los Hermanos Karamazov hecha por THEATRE O.

2 comentarios:

Elena dijo...

Feliz no cumpleaños a todas las sisters del mundo. Y especialmente a las que nos hacen tan felices a pesar del taxímetro.

Leandro dijo...

Nunca sabe uno si el tiempo que dedica a las tonterías lo pierde o lo emplea. Por lo demás, muchas felicidades