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domingo, 27 de septiembre de 2009
4. La imposibilidad de un arrebato existencial.
Un día fuimos al Museo-Residencia de Soong Ching Ling, pues al parecer ella y sus hermanas montaron un lío tremendo, un poco al estilo Mitford.
Al salir dimos con un edificio muy chulo. Lo llaman el Flat Iron chino y es obra de Laszlo Hudec, un arquitecto húngaro que en los años 30 se atrevió con todo: cines, iglesias y hoteles.
Esta vez, decidimos entrar dentro y llamar a alguna puerta. Es lo bueno que tiene China, que puedes colarte en casas ajenas como si acabaras de olvidarte algo, pues los inquilinos tienden a dejarte pasar. Y eso que son de un supersticioso... Cubren los televisores con telas, a veces queman billetes falsos en los cruces de las de las avenidas o cuelgan espejos del revés en sus puertas para ahuyentar a los fantasmas. Y, sí, reniegan del número 4... ¡Me encanta!
Joana y Llorenç, intentando comunicarse.
Al día siguiente decidimos ir cada uno por su lado. Y yo, con la berza del húngaro todavía fresca, me dirigí a Villa Hudec, en busca de algún libro o folleto que me hablara de sus trabajos. Tras caminar una hora y media, descubrí que su casa ni siquiera daba a la calle. Un restaurante italiano la tapaba. Si la vi es porque me pareció reconocer parte de su tejado... 100% Arts and Crafts. Junto a la puerta, no faltaba la placa indicando el nombre, la fecha y a qué se debía su relevancia, lo que no dejaba de ser irónico pues resulta que aquella casa estaba abandonada. ¡En ruinas! No me dejé decepcionar. Con un palito forcé el pestillo de una ventana y me colé en el interior. Siempre me han gustado los sitios abandonados. Me recuerdan a mi infancia, cuando nos colábamos en la Residencia y jugábamos a hacer comiditas con vasos de chupito polvorientos pues tenían la medida de los Nenuco y esas cosas que ahora me dan tanto miedo. Justo en frente había un colegio. Se oían voces de niños corriendo y canturreando. Era la hora del recreo. Recuerdo que en París, mi primera casa daba al patio de un colegio. ¡Cuánta melancolía! Ignoro por qué los colegios y las guarderías -o todo aquello que tenga arena y pelos- me da ganas de llorar. Miré las paredes y el suelo, disfrutando de un momento de soledad. Primer piso, segundo piso, buhardilla... Según la guía, en un futuro no muy lejano esa casa será un museo. Me pregunto cómo lo harán, ¡si han arrancado parte de su suelo! ¿Se lo inventarán todo? ¿Lo reproducirán de cero? Mi primera casa museo fue la de Freud, en Austria. Parecía una foto de El Cluedo. Luego vinieron más... De hecho, aún hoy, fantaseo con la idea de dar la vuelta al mundo visitando residencias-museo (como Neil, que regresa a su casa uniendo piscinas), y no tanto por saciar mi curiosidad como para agotar la capacidad de decepcionarme. De este modo, igual todo es más fácil, porque tratar hacerse una idea aproximada de las cosas es una jodienda. A veces, es mejor inventárselo del todo. Empezar de cero. No pretender que aquello sucedió como lo ves, detenido en el tiempo, porque aquello que se detiene es postizo. Pero mantenerlo todo en movimiento exige demasiada concentración. Y también ganas de mear. Joder, en la casa de Dalí casi me muero.
A todo esto pienso que, pese a sus cristales sucios, China es como mi abuela Oliva. Ella era muy dada a tenerlo todo curiosín, esto es: RELUCIENTE, y a ser posible de estreno. No entendía el encanto de lo viejo. Y es que hay asuntos universales: el provincianismo, quizá, es uno de ellos... Está en todas partes, pero en cuanto uno aprende relacionarse con él, resulta hasta divertido. Creo.
Villa Hudec a día de hoy.
La tercera semana viajamos por el interior. Nuestra experiencia se resume en dos palabras: Turismo Chino.
Es increíble cómo hacen de todo un parque temático -si es necesario, hasta de un pueblo entero. Fui naif. Pensé que en las Montañas Amarillas sería distinto... pero no. Lo del turismo rural es un invento de revista pija femenina occidental. Ahí, aunque vayan a disfrutar de la naturaleza, lo hacen con macro hoteles y mega bufets y tours y micrófonos y gorras. Y es que son tantos. ¡Están por todas partes! Las montañas, de todos modos, son increíbles. Subir en teleférico, los ruidos. De vez en cuando una gran nube las atraviesa y cuando se marcha te descubres en el borde de un precipicio. Y dan ganas de gritar o creerse Mark Rohtko.
Huangshan: Las Montañas Amarillas.
A cada pico o rincón, un nombre... a cual más cursi, como los carteles de advertencia. Son un mundo. Para decir: No tirar latas o papeles, escriben "Deja como única huella el recuerdo de una experiencia imborrable" y cosas melosas por el estilo. Subimos escalones, bajamos. Conquistamos The Lotus Peak, The White Clouds Peak, The Beginning-to-believe Peak, the Heavenly Sea... hasta que dimos con THE MOBILEPHONE PEAK. Y qué ganas de reir, de decir: "Burtynsky tenía usted razón... ¡Los cachivaches ya han llegado hasta ahí, forman parte de su naturaleza!"
Pero echo de menos algo. Ese paisaje, pienso, hay que verlo en silencio. Así que el penúltimo día me levanto a las 5h53 de la madrugada para ver salir el sol. Me digo: "Es MI momento", pero es mentira. Los chinos han vuelto a ser más rápidos que yo. En la Observatorio Meteorológico me esperan varios grupos de turistas que a micrófono pelado van describiendo el amanecer, como si los demás estuviéramos ciegos.
En la Estación Meteorológica.
- ¡Y yo que quería estar sola! le digo a Paloma. Llevo medio viaje buscando un momento para asumir todo esto, pero China no me deja. En China no hay espacio para ningún achaque existencial pues todo es movimiento y ruido. Todo es COMPARTIDO. ¿Qué pensarán ahí de Ingmar Bergman? Ya lo decía mi hermana: Fijo que ahí nadie va al psiquiatra, todo lo resuelven hirviendo agua. De hecho, el único indicio de vértigo nos lo dio Charles, un chino que nació en una familia super humilde y que ahora es editor de moda. "It's scary..." me confesó, refiriéndose a todos los cambios que estaba viviendo. Pero luego, pensándoselo mejor, añadió: "I miss the old things but I'm looking forward the new things", como si el presente fuese un paso intermedio, un trámite o una verdad a medias... pero ¿hasta dónde, hasta cuándo? Inútil saberlo. Volvemos a casa, dejando atrás todo, incluso la aportación de Yolanda: "Chica, es que esto es tan divertido... En Europa sólo hay cementerios y viejos", lo que en su momento me pareció un comentario muy puntual, como caído del cielo. ¡FIN!
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16 comentarios:
«M'exalta el vell i m'enamora el nou», como dijo J. V. Foix (que no Michael J. Fox). Pero oye, que todo parece nuevo en China pero es que para los chinos lo antiguo, la historia y esas cosas, no está en los objetos ni en el patrimonio arquitectónico. Es más una cuestión de memoria colectiva –aunque ahora creo que también se la están cargando–. Sé de un taiwanés que al ver Ciutat Vella dijo que qué hacíamos con todas esas casas viejas, que lo que teníamos que hacer era tirarlo todo al suelo y construir unos buenos rascacielos. Te gustaría el artículo que te mencioné, el de Simon Leys.
Foix-Fox, ja, ja...He consultado lo de Leys y me encantaría echarle un vistazo. "La monumental ausencia del pasado..." Lo tienes? Me lo prestas dos días? Lo trataré con mucho cuidado! ¿Y cuando viene el bello Jesús??? Les echo cantiduvi de menos y más ahora que me quiero ir tan lejos!
Jeje, te lo prestaré, te lo prestaré, ¿estás todas las tardes en la librería?
Jesús –MI novio– viene ahora en octubre, pero aún no sé las fechas exactas ^_^
Sabía que la aclaración Foix-Fox te molaría cantidubi (oye, que yo lo escribo con b).
Barbas, el viernes x la tarde estaré x el CCCB o sino el lunes all day. ¡Yuju!
puaj decil: texto ser mas largo que glan muralla china
¡Qué fuerte! Primero pregunta a ver cuándo viene su novio y, cuando el otro le dice que a finales de octubre, aprovecha y le cita en el CCCB. ¡¡Quéee fueeerteee!!
Me encanta el relato que estás haciendo. Este blog es la repanocha di cardenale.
POR SUPUESTO que colocaré posters de Kiss y Led Zepp por toda la casa. No lo dudes. No se trata de edad, es un estilo de vida.
Pero una lámina vintage de Mao me vendría muy bien. Toma nota.
Señor de Madera, no se me preocupe usted. En todo caso, sería más probable que McPorla me robara el novio a mí, y no a mi novio su novio, o sea yo, no sé si me explico.
Porla, a ver si me paso el lunes antes de clase de chino por el cccb y le dejo el librejo.
¡Yo no robo objetos animados! Y me encanta cuando posteais al margen del texto y entre vosotros! En serio, sin recochineoooo.
reco-chineo!
muy bueno jaja
Mira, barbas. Los que está claro es que eres un bombón. La otra, también. Y el novio, qué te voy a contar. mmm
Ay, señor Tortuga (capto aquí una duplicidad de personajes, cuánta polifonía) no diga usted esas cosas, que soy yo muy pudorosito.
¡Viva, viva Puaj!
¡Qué pena que Ander y Andrea (atención al parecido de los nombres) no estuvieran por China cuando se grabó Españoles en el Mundo!
Eso, qué pena, ehem.
Me acabo de acordar que en chino hay dos maneras para decir «viejo»: lao, que se refiere más bien a la gente de edad, a lo antiguo, a lo venerable, a las tradiciones, contrario de «joven»; y jiu, que se refiere más bien a las cosas viejas, gastadas, contrario de «nuevo». La historia sería lao, y el patrimonio arquitectónico, jiu. Pues eso.
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