miércoles, 23 de septiembre de 2009

2. Enormes cambios en el último minuto.

Una tarde, mientras unos se iban a hacer masajes y otros a visitar la redacción de Urban China, yo quedé con Estelle. Estelle es una chica francesa que vive desde hace 10 años en Pekín. La conocí en Londres a través de mi hermana. Apareció por Carberry Road con Fu Ming, su marido, en un momento inoportuno pero enseguida me cayó bien por regalarle a mi hermana un par de zapatos de distinto pie. "Como no sabía tu talla..."- le dijo. Y ahí quedó la cosa: en un pie el 37 y en otro, el 38. Y es que en China, aunque haya censura, muchas cosas están permitidas, como ir tres en una moto o comprar zapatos de números distintos.

Esta vez quedamos en Nanluoguxiang. Me contó que tiempo atrás, en los hoteles, había un vigilante por cada planta. Si recibías visita, debías dejar la puerta abierta... y otras cosas por el estilo. Ahora, tiene que fichar de vez en cuando, le pagan en negro y no puede conducir pero dice que las cosas han cambiado mucho. Y para mejor. Me dijo que no volvería a Francia ni loca, "porque de dar tanto por hecho, ahí se están perdiendo derechos que en China ya se están empezando a conquistar". Yo pestañeé. "Sí, sí, aún hay tanto por hacer..." China no es Europa -eso está claro-, pero la gente no tiene el culo fofo de tanto quejarse en los bares.

Tot plegat, también tiene sus pegas. Ahora, en plena resaca olímpica, aún se les ve con la idea de estar construyendo algo juntos, pero a saber qué pasara cuando los chinos vean que por mucho trabajar no se van a forrar todos del mismo modo. Y luego explícale a una ancianita que ha hecho su vida en el barrio, sentada en su nano sillita, que tiene que coger un ascensor para encerrarse en un pepino de 15 pisos. Da vértigo.

Con todo, Estelle me dio a entender que los chinos son bastante prácticos. "Mira, se les enseña algo muy básico. Desde pequeños se les dice que todo es como respirar. Es decir, que toda entrada debe tener una salida". Y me da que su lenguaje funciona un poco igual. Tal y como me lo explicó, me lo imaginé como un candado que tiene diferentes combinaciones, aunque solo entendí su lógica un segundo. Lo que tardé en suspirar. Luego, mi intuición acerca de lo que podía ser el lenguaje chino se desvaneció y me sentí impotente. Entonces, cual conde Drácula, me dije que estaba "a océanos de tiempo" de entenderles. Capitulé al tercer día. Estelle me recordó la exasperación de mi Joseph, intentando montar un workshop. Y es que él, que es tan inglés, llegó al punto de comer cada día el mismo plato. Lo hizo llevado por la necesidad de aferrarse a algo, de expresar su cabezonería, de decir a sus alumnos: llueva o nieve, si digo lasaña es lasaña. ¡LECHES! Y sí, al final, después de tanto rollo, lo que les quedó claro es que él era un tipo de un solo plato. Me figuro que en 5 lasañas infirieron su sistema de trabajo. O no. Porque a todo esto, los chinos se comprometen. Según Estelle, "que sean imprevisibiles no significa que no se comprometan en algo".

Nos fuimos del bar. Me explicó que dos años atrás, en esa misma calle solo había un colmado que abastecía a todo el barrio. Ahora, es una especie de Soho pekinés en el que venden hasta churros. En serio. Para colmo, en el número 32 de Bei Bing Mai, el estudio MAD ha hecho una de esas pijadas que tanto gusta premiar al FAD... Me refiero a lo que ahora llaman intervención arquitectónica y que consiste, no en un container, sino en unas escaleritas en forma de huevo-burbuja en cuyo arranque hay un water y con las que se accede al techo de un viejo hutong, convertido en terrazita. La regenta un australiano un tanto sospechoso, pues como dijo Llorenç: Este tío va de enólogo ¿y me elogia un Albariño? No muy lejos, pero al otro lado de la avenida principal, descubrimos el n. 13 Black Sesame Seichan, una sucesión de casitas algo destartaladas, pero llenas de plantas y patios interiores, con peces de tela colgando. Sobrevive con naturalidad a la debastación general que se suele anunciar en las paredes con una especie de T y círculo rojo.
¡Y es que hay que ver cómo crece China...! No para. Recuerdo las previsiones del libro The Chinese Dream. What if you built the whole mass of western Europe in 20 years? What if 400 million farmers then moved in? What would it look like? How would it work? Would you be able to go to sleep at night? Parece una peli de ciencia ficción. Pienso en lo oportuna que es la declaración de Neill Blomkamp, director de Distrito 9. "Si quieres saber cómo será París en 60 años, ve a Johannesburgo". Flash-urbanization! Ciudades que crecen de un modo acelerado, sin control. Entonces me viene a la cabeza el título de uno de los cuentos de Paley. Ese que dice: Enormes cambios en el último minuto.
En mi guía explican que en China tradicionalmente se construía sin cimientos y que cuando una dinastía caía en decadencia, la siguiente se reservaba el derecho a destruir buena parte de su legado. Y otra vez la imagen de no poder detenerse ante Mao. Ale, a tirar todos pa'lante.

En Caochangdi, donde Weiwei ha plantado su estudio, construyen una ciudad entera para artistas, pero ahora está vacío. En proceso. Cuando llegamos solo vemos ladrillo y más ladrillo. Rojo y gris. Hay algo impactante en estos cubos del grupo FAKE. Emanan vida, pues a veces su superficie se curva y las paredes sacan panza, como si respiraran.



Y nada, lo dejo por escrito. Escribo que lo hemos intentado. Fuimos a la Factory 798, a la Feria de Arte de Shanghai, al Moca y al Doland y aunque nos obstináramos en creer lo contrario, el arte contemporáneo chino NO NOS LA CUELA. Es una especie de apropiación del Pop Art, hecha por excéntricos interioristas. Que si Bolas metálicas y cabezas de Mickey Mouse gigantes... Ya puede ser una queja al Partido que ese queja no me llega. Me parece falsa. Como el mundo editorial. Mi otra pequeña decepción. Fuimos a algunas librerías para descubrir que sí, que los chinos dieron con el papel pero fabrican libros insulsos. Parecen manuales de AUTOCAD. Me consuelo girándome de nuevo hacia los ladrillos. No solo respiran. A veces, hasta son libros de piedra. Juntos...¡forman estanterías! Qué país más inquietante... Soy fan.

6 comentarios:

Leandro dijo...

Oceanos de tiempo... qué frase y qué momento, sí señor. Me apunto Enormes cambios en el último minuto; no lo conocía. Y de nuevo gran foto, la de los ladrillos rojos. En cuanto al resto, casi estoy por decir que me he perdido. Y el caso es que mientras leía lo estaba pasando bien

El de barbas dijo...

MAGISTRAL, amiga, cuánta razón tienes en todo. Además, del arte contemporáneo chino me cansa su discurso tan repetitivo, usando el pop y la propaganda maoísta para criticar el capitalismo salvaje y el trauma de haber tenido a Mao tan presente en sus vidas, aunque, teniendo en cuenta la historia china del último siglo, no es de extrañar... Los chinos no sólo nos parecen raros: es que su historia reciente ha sido, si se me permite la expresión, muy fuerte. Igual tanta repetición es fruto de la mentalidad modular de su tradición (ya te contaré un día de viva voz, amiga), y a eso añádele que todos los edificios de Pekín nos parezcan iguales, todos sus templos, sus casitas viejas y sus rascacielos, por no decir los chinos mismos...

Sobre la presencia de la historia en la cultura china, una recomendación bibliográfica que quizás te interese: «L'attitude des Chinois à l'égard du passé», de Simon Leys. Es un artículo bastante breve que explica cómo China tiene muy presente su historia sin que ésta se vea, paradójicamente desde el punto de vista europeo, en su patrimonio arquitectónico (y es que en Europa nos creemos que la historia son las catedrales y esas cosas).

By the way, he visto que en Laie ya tenéis esto: http://www.laie.es/html2006/busqueda/detalle.php?fr_codLibro=376641

Christine Sixteen dijo...

Uy, a mí el arte contemporáneo chino es que me encanta. Es como muy chino, y contemporáneo.. y eso..

Distrito 9 mola.

Por la tangente dijo...

¿Devastación se escribe con v??? ¡Quiero ser Juan Ramón Jiménez!

Maestro Tortuga dijo...

Afirmativo. Devastación se escribe con uve. Me encantan las fotos de libros-ladrillo, aunque a ti te habrán parecido aún más engañosas, porque con los libros sesudoldrillescos que sueles merodear, éstos te parecerían de algodón de azúcar.

Por la tangente dijo...

Yo, que reniego de Proust y Joyce ¿acusada de leer ladrillos?O pseudo ladrillos, que al caso.... ¡es AUN PEOR! Tortuga, es usted injusto.