jueves, 27 de diciembre de 2007

Bilbao, Coney Island.



Aquí copypasteo mi artículo sobre un parque de atracciones del que me habló Gari, de Belleza Infinita. Tras meses de espera por fin ha sido publicado en El Culturas de La Vanguardia y nada, que hace ilu. A ver cuando salen los demás. Si es que salen.


Entre las verdosas y desconchadas paredes del antiguo Hospital del Tórax en Tarrasa se han rodado varias películas: El maquinista, Frágiles, Los sin nombre... Parte de los decorados siguen ahí, abandonados a su suerte. Es inquietante pasearse por un hospital medio derruido cuyo pasado está tan alejado de los platos de cine, y toparse con escenarios que pertenecen a otras historias, también muertas. Tan inquietante como visitar un parque de atracciones en ruinas, lo que nos lleva al Bilbao de 1974. Allí, sobre el monte Ganguren, es donde se inauguró un bastísimo complejo con atracciones, anfiteatro, piscinas, zoo… Por su capacidad, sabemos que no sólo se concibió como un espacio de ocio para las clases trabajadoras, sino también como un punto de atracción turística. Sin embargo, con el tiempo, el parque no cumplió con las expectativas y en 1990 cerró sus puertas. Se llevó a subasta en 2002, pero nadie pujó por él. Hoy, además de dar cobijo a murciélagos y ratones, sirve de almacén para la Diputación de Vizcaya. Entre los helechos, se distinguen marquesinas de autobús, neumáticos viejos… todo, material inservible. Sin embargo, el pasado octubre, 17 años después de su cierre, la productora artística Consonni consiguió reabrir sus puertas durante un mes. De las 480 plazas ofertadas se vendieron todas. “Ahora hay otras 600 personas en lista de espera y dudo de que puedan acceder a él. De todos modos, hemos registrado su demanda para dejar constancia de su interés”, comenta María Mur, directora de Consonni.
Pero ¿qué encanto puede tener un parque de atracciones en ruinas? Y ¿nos dice algo que transcienda lo anecdótico? Ciertos indicios nos llevan a pensar que sí.
De entrada, no se trata del típico parque de atracciones. Hay una combinación insólita de referencias. Garikoitz, uno de los guías nos lo explica: junto a Blancanieves, la reserva de indios y demás parafernalia yankee, “están los primeros rótulos en bilingüe y el Basajaun- personaje mitológico vasco-.” También es “llamativo cómo plantas no autóctonas, que se pusieron de forma decorativa, han crecido descontroladamente hasta hacerse con el interior de algunos edificios”, así como “la mezcla de estilos arquitectónicos”. Destaca el brutalismo. Es más, si uno observa fotografías del parque, comprobará que su atmósfera se asemeja más al escenario posnuclear de “Zones Of Exclusion” de Robert Polidori, que a la visión romanticona y circense con la que solemos asociar esta clase de espacios.
Pero eso no es todo. El que la entidad responsable de las visitas guiadas sea Consonni, en colaboración con la artista Saioa Olmo, añade al asunto otra singularidad: “Más que hacer hincapié en el componente nostálgico pensamos que estas visitas serían una oportunidad para reflexionar sobre lo espectacular y las ruinas y el cambio que ha experimentado Bilbao. Por eso, el proyecto tiene el formato que tiene. Aunque somos conscientes de que a la gente le gustaría pasearse libremente por el parque, nos pareció interesante el contraste de hacer una visita guiada a una ruina contemporánea. Estamos muy acostumbrados a acudir a lugares como el Partenón donde ni siquiera nos muestran lo que realmente fue, sino reproducciones, así que volver a un sitio que ya no nos habla de nuestros antepasados sino de nosotros mismos, mostrándolo tal y como está, nos pareció muy significativo. Y más en la actualidad, con esa obsesión que tienen las ciudades por limpiarlo todo, y asociar la belleza a la pulcritud”. En este sentido, resulta paradójico que en el Bilbao de los grandes proyectos, el de Philippe Starck y Zaha Hadid, gane interés “un lugar que representa el espectáculo pero que en plena ruina, se niega a sí mismo, niega el espectáculo”- como indica el guía. María Mur, sin embargo, puntualiza: “Tampoco es que reivindiquemos el feísmo. En los 70, Bilbao conoció el esplendor económico, pero la ría olía mal y era una ciudad gris. Era necesario un cambio. Sin embargo, no hay que pasar por alto lo bueno de aquel periodo. Sobre todo en esta ciudad, que a diferencia de otras, jamás reivindicó la belleza de la industria pesada”.
Es posible que la grave crisis que conoció en la década posterior tuviese algo que ver. En los 90, ante la necesidad de dar otra salida a su economía, Bilbao empezó a cambiar. De ser una ciudad industrial pasó convertirse en una ciudad de servicios. Cabe decir que este proceso no es un caso aislado. En Berckeley (California) existe el Shrinking Cities Group, grupo de investigación centrado en la difícil reconversión de ciudades como Detroit, Manchester o Johannesburgo. Curiosamente, Bilbao con su Guggenheim, aparece en el mapa como un ejemplo de revitalización urbanística. “Es cierto. Pero si en 1997 el museo surgió con una vocación cultural ahora no sé si podemos decir lo mismo. Es más un acontecimiento turístico. Lo curioso es que el parque de atracciones de Artxanda, con su sistema de entrada única, sus carteles que nos prohíben acceder al recinto con comida de casa, y su ausencia de fuentes para inducir a la gente a sentarse en una cafetería y consumir, es un primer paso hacia esa sociedad del ocio y espectáculo que tan bien representa el Guggenheim ahora. Por eso me pareció una coincidencia muy afortunada el que su reapertura coincidiese con el décimo aniversario del museo.” Y es que desde sus ruinas, Artxanda nos confirma lo que Rem Koolhaas ya escribió sobre Coney Island, ese laboratorio de sensaciones al que consideraba “un Manhattan embrionario”. ¿Será cierto que las ciudades tienden a convertirse en un parque de atracciones gigante?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, qué orgullosa estoy de tí Tang. De veras.
Pensaba que en La Vaguardia salían artículos sin interés, aunque hace milenios que no la leo. Me imaginaba tu texto en otro tipo de publicación, como el Believer.
Muy interesante el proyecto de Consonni.
Me imagino Las Vegas-Monegros dentro de unos años también así.

Por la tangente dijo...

Graciaaas Yol! Aunque con el Believer tb lo voy a intentar... <
No te creas!
Saludines.

Anónimo dijo...

Ojala port aventura quede destruido a migajas y ni las palomas quieran picotear la ruina.
Muy bonito tu artículo, a ver si compro la vanguardia por él.
Ole tangéntica!

Anónimo dijo...

Estos también piden artículos:
http://www.dailyconstitutional.org/
Y aún no sé si me caen bien o mal, porque siempre me digo a ver de que van, pero me aburro antes de descubrirlo, que tengo muy poca paciencia.

Insonrible dijo...

Felicidades por la publicación en el Culturas. Dan ganas de ir a ver ese parque.

Anónimo dijo...

Qué maravilla, de verdad. No sólo es interesante sino que está bien escrito -lo cual, viniendo de ti, no es ninguna sorpresa-. ¡Ánimo!
Estoy con insonrible, dan muchas ganas de ir a ver el parque.

Anónimo dijo...

Uf, mi tonito me recuerda a mí mismo cuando corregía prácticas de primero de humanidades.

Por la tangente dijo...

Qué majo eres bao_bao. Quizá faltaba explicar lo de Coney Island pq no todo el mundo sabe de qué va... pero me faltó sitiooo.

Anónimo dijo...

olé, olé!
quiero ver más, más!

carmen segovia dijo...

Sería genial leerte en el Believer, con un retratico de Tony Millionaire o Burns

Anónimo dijo...

Hola,

Soy realizador audiovisual y estoy recopilando información sobre el antiguo Parque de Atracciones de Vizcaya.

Voy a realizar un documental sobre su historia y agradecería que contactasen conmigo los que un día lo visitaron, dispongan de material (foto y/o vídeo) o puedan aportar algo al respecto.

Agradeciéndoos de antemano vuestra colaboración, me despido

Un saludo
santamaria_guillermo@hotmail.com