En 1935, yendo de camino a una fiesta, Phyllis Pearsall se perdió. Entonces tuvo una idea. Durante bastante tiempo se levantó a las 5 de la mañana y caminó y caminó por todo Londres, tomando nota de cada calle por la que pasaba. A veces, las casas no tenían número. A veces, tenía que llamar a su puerta y preguntar. Supongo que muchos de los inquilinos ni siquiera sabían la respuesta. Iba sola. En esa época en la que los planos de las ciudades eran imprecisos, no debía verse con buenos ojos que una mujer fuese sola hasta determinados sitios, pero ella lo hizo. Recorrió un total de 23.000 calles que registró una a una, para no volver a perderse nunca más y también para conseguir la aprobación de su padre, un cartógrafo que informaba a la prensa de la situación de las tropas inglesas durante la guerra. De estas travesías surgió el A to Z, que hoy es el callejero inglés por excelencia. No sé cómo acabó la tormentosa relación entre Pearsall y su padre pero siempre me ha parecido una bonita historia, de las que invitan a diferentes lecturas. He pensado en rescribirla a mi manera, el problema es que tiene que suceder en Londres y eso me aleja, porque yo no vivo en Londres.
Ufff… ¿por qué siempre me interesan las historias extranjeras?
3 comentarios:
¿como pretendes reescribir esta historia? no es necesario que ocurra en Londres. todas las ciudades necesitan su callejero, y seguramente no tengan historias tan interesantes como la de Phyllis.
A to Z. Traigo una expo q creo te va a interesar...
perdon! pendon!
me he perdido de la A a la Z...
prrrrrrrrrrr!!!
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