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lunes, 12 de abril de 2010
Tonto el último.
He aquí mi modesta contribución al fanzine Ilustraciones que dedica su próximo número a Cala Reona, uno de los pocos lugares que está por urbanizar... ¡A ver si aguanta!
Tonto el último.
Lo recuerda perfectamente. En cuanto llegaba el verano iban todos a corretear por la playa. Se enterraban vivos y hacían sus necesidades ahí donde empezaban los pinos, porque en la playa no eran niños. Eran guerreros. Andaban medio desnudos, con palos y amuletos. Los hacían con algas secas, conchas y piedras. Y se gritaban entre ellos. Y les gritaban sus madres. También comían tarde y a bocados porque de tanto correr les entraba el hambre. Se comportaban como caníbales a quienes les brillaban los ojos y la piel. La tenían suave y tostada. También les brillaban los mocos, porque en la playa, les salían mocos a borbotones, pero al final todo se lo llevaba el agua. Lo hacía a lametazos tranquilos y tibios… Digamos que era una sensación agradable. A veces la marea, tímida, se echaba para atrás, se retiraba... y ellos, como locos, iban a buscarla. ¡Tonto el último!- decían, saltando en dirección a la espuma, porque si se demoraban un poco se les quemaba la planta de los pies.
Hasta que llegó uno con un cubo. Luego llegó otro. Y otro. Y juntos, empezaron a cavar hoyos. Al principio lo hacían con las manos, luego sirviéndose de palas y rastrillos. Levantaron murallas aquí y allá. Y en cuanto las derribaba el agua, ellos volvían a empezar, pero en vez de moverse hacia atrás, las hacían más gruesas. Luego, llegaron los túneles y las torres. Eran castillos que con el tiempo se hicieron más y más grandes. Y también más estables. Hasta que llegó el día en que aquellos castillos se impusieron al resto. Se lo comieron… Porque habían cambiado de juego, aunque el objetivo era el mismo: lo importante era llegar el primero.
http://fanzinecalareona.blogspot.com
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3 comentarios:
mi abuela decía que los besos que no se dan se los quedan las olas en la orilla del mar (la espuma, supongo). Estoy ahí donde empiezan los pinos, segando los campos semánticos (de cuajo), gracias por el consejo bella. los días 13 tienen algo de misterioso.
La última vez que estuve en Cala Reona, mientras dormitábamos sobre la arena de la playa, y cuando todos esperábamos a Perico Delgado, Indurain hacía segundo en la contrarreloj por delante de los favoritos al triunfo final. Su primer Tour aún tardaría un año más en llegar. Quizá va siendo hora de volver por allí
Cala Reona mola. Tengo fotos de pequeña correteando por la orilla con pelos de loca y manguitos.
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